Semana Cumbre

Crónica de la IV Cumbre de las Américas, Mar del Plata 2005


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4.12.05

Reflexiones


Lo que leerán a continuación surgió una tarde que tenía que escribir para un concurso sobre la Cumbre de las Américas. Están invitados a criticarla y destrozarla.

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“Los pueblos unidos de América”.
Suena utópico, deseable; pero, ¿es posible?
Se habla de globalización como la etapa actual del capitalismo. Si uno busca información, el término se encuentra siempre vinculado a la economía. Nadie habla de una globalización de lo social, de la educación.
Sin embargo, el pasado 24 de julio, el estadounidense especialista en seguridad internacional, Michael Brown, dijo a Clarín que “no ocuparse del desarrollo económico, la salud pública, la gobernabilidad y la democracia en el mundo en desarrollo tiene consecuencias en todas partes”.
La integración suena sacada de una película futurista, donde todos viven felices y contentos, en un mundo sin guerras ni fronteras. Claro que en esas historias, todo el mundo habla en inglés.
¿Será ese el problema? ¿Que no queremos hablar en inglés? Somos tan orgullosos como para no aceptar políticas que podrían (notesé el uso de potencial) ayudarnos, solo porque las recomienda Estados Unidos, o el FMI.
Tenemos que unirnos los pueblos de Latinoamérica, es cierto. Pero soy un ferviente creyente de que el orden empieza por casa, y si con Brasil nos peleamos por ver quién tiene el mejor jugador de fútbol, y a los chilenos les deseamos que se caigan al pacífico, ¿cómo podemos pretender la unión latinoamericana?
Nuestro “hermano latino" más lejano es Méjico, y con ellos solo compartimos “El Chavo del 8” y las voces de los Simpsons.
Brasil ha sido aliado de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, y nosotros acá, mirando. Cerrando nuestras fronteras, abriéndolas, y volviendo a cerrarlas. ¿Cuál es nuestro plan? Nadie sabe, nadie propone. Queremos trabajo, pero nos conformamos con un “plan trabajar”.
Durante la primer semana de noviembre todas esas preguntas y argumentos van a circular por los medios, tanto locales, como nacionales e internacionales. Y las respuestas van a ir a buscarlas a la calle, porque los gobernantes, nuestros sabios dirigentes, elegidos por el pueblo, no las tendrán. Porque el cambio empieza con el ejemplo, y en ellos no encontramos ninguno.
¿Para qué sirve entonces la Cumbre de las Américas?
¡Ah, sí! “Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática”.
Desde el momento de su creación, la Cumbre se propuso la integración de las naciones democráticas. La cooperación para el logro de los objetivos, individuales, y comunes.
Surge el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas), como el medio necesario para la tan anhelada integración.
Hoy, a 11 años de esa Cumbre en Miami, está más que demostrado que el ALCA fracasó. De hecho, nunca se inició, a pesar de la insistencia de Estados Unidos.
¿Significa que la Cumbre es un fracaso?
La novedad en este cuarto encuentro será la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). La misma es una propuesta de “integración solidaria” entre los Estados del sur. Obviamente, viene desde la Venezuela de Chávez, quién debe considerarse a sí mismo la reencarnación de Simón Bolívar, y ha decidido hacerle frente a la mayor potencia mundial. Mar del Plata será el cuadrilátero para el encuentro.
Mientras algunos marplatenses viven preocupados por si van a poder salir de sus casas durante esos dos días, o si los cambios estéticos a la ciudad van a servir para que “la feliz” brille con otra luz, otros ya han hecho reservas para irse por una semana, por miedo a un atentado.
Con perdón por el uso de frases hechas, “el árbol no les deja ver el bosque”.
Se supone que en los días que dure la reunión, los mandatarios decidirán el rumbo que seguirá América durante los próximos años.
Y un rumbo es lo que más necesitamos en este momento.